No hay medicina sin médico

Dra. Marta Miguel

¿Qué es la medicina antroposófica? ¿Trata cualquier enfermedad? ¿Es «alternativa» como la homeopatía o el naturismo? ¿Qué estudia?

Estas preguntas suponen que se trata de una medicina más, o bien de una opción frente a la medicina alopática reconocida oficialmente.

Así no es. Antroposofía reconoce como válida a la medicina oficial que se basa en el método científico experimental. Con éste ha obtenido enormes conocimientos del hombre físico, enfocando principalmente el tema de la enfermedad. Ha desarrollado diversas y valiosas técnicas de diagnóstico (químicas, radiológicas, endoscópicas); y por ensayo especialmente en animales, ha elaborado sustancias sintéticas que utiliza como remedios. Según sus principios, estos remedios reemplazan funciones que han cesado (Ej. hormonoterapia) o bloquean por oposición ciertos procesos anormales( Ej. antihipertensivos). El tratamiento se realiza de acuerdo a protocolos o normas generales según criterios de efectividad y estadística.

A estos conocimientos y prácticas la antroposofía agrega otros conocimientos sobre el hombre espiritual o suprafísico. Para llegar a ellos desarrolla métodos propios. Y a éstos conocimientos los considera indispensables de toda verdadera medicina y no de una en particular.

El médico antroposófico ha de obtener un saber operativo del hombre y el mundo que le rodea. Del hombre total, en tanto ser con cuerpo, vida, alma (psique) e individualidad espiritual. Del mundo en su aspecto astronómico, botánico, zoológico y mineral. De ambos, hombre y mundo, en sus procesos de evolución. Estos conocimientos le capacitan más ampliamente en relación con la mayoría de sus colegas que hoy en día se especializan en temas más o menos limitados.

Al diagnóstico convencional de enfermedad debe agregar el diagnóstico espiritual. Para ello es esencial que desarrolle una observación atenta libre de prejuicios, a fin de reconocer efectos de esos principios invisibles a los sentidos físicos. Debe desarrollar también el pensar en tanto actividad. Y ha de aspirar a utilizar otros órganos de percepción suprafísicos que le den información directa.

El médico que se prepara así tiene que conocerse a sí mismo, su propia vida anímica y circunstancias decisivas de su biografía. Frente al paciente individual ir mas allá del motivo de la consulta hacia su vida emocional, entorno y destino (ver segunda parte: El paciente como protagonista)

El médico así ha de saber primero qué es un hombre sano, equilibrado y armónico; y cómo estimular su desarrollo. Esto es, cómo cuidar la salud. Y a partir de ella comprender la enfermedad como desequilibrio de esa armonía.

No sólo ha de conocer más sobre tantos aspectos, sino que ha de aspirar a transformarse a sí mismo de modo que sea él por lo que es y representa, quien también actúa.

Las sustancias que utiliza como remedios son en su mayoría de origen vegetal y mineral; se obtienen por procesos propios de su farmacopea o bien por el método de dinamización homeopático. Estos medicamentos actúan como estímulo, indicando sentido o despertando las propias fuerzas de curación del organismo. Éste es incluido en la curación. Curarse es a la vez haber aprendido cómo hacerlo.

Debiera quedar claro que según los principios antroposóficos es imposible tratar a los pacientes con protocolos o recetas prefijadas; el tratamiento debe ser diferente en cada individuo aunque se trate de la misma enfermedad; que esto supone introducir un elemento creativo en el actuar del médico; que el remedio nunca puede ser indicado por simple recomendación; y que como remedio tiene efecto por sí mismo pero vive y actúa si está sostenido por tal médico y su relación con el paciente.