Hacia una alimentación consciente

Dra. Marta Miguel

Existe un espacio de libertad en el curso de la vida humana en el que puede alimentarse con conciencia; conciencia en cuanto hace a cualidad y cantidad de los alimentos, conciencia en los efectos físicos, anímicos y espirituales que cada alimento produce. Conciencia también de que a través de la comida nos relacionamos no sólo con la Tierra que habitamos, sino también con el alrededor del universo: qué alimento nos acerca al Sol, cuál al cosmos estelar? Estos puntos de vista se toman en lo que sigue.

En los dos extremos de la vida aún hoy prevalece en cuestiones de alimentación el instinto más o menos sano. En la temprana infancia y la vejez el hombre vuelve a concordar con los ritmos horarios, las estaciones, los momentos del día, la medida justa de las porciones, el tipo de alimentos, esto es: regularidad en armonía con su edad y naturaleza.

Por el contrario hoy, en la juventud y madurez se aleja en estas cuestiones de lo natural e instintivo; se mueve en un espacio de libertad: puede faltar dinero e ingerir sólo harinas; o vivir en abundancia y pese a ello comer cualquier cosa, o comer a cualquier hora, o comer caminando, o comer frente a la computadora. Pueblos enteros son provistos por la industria alimentaria, con aditivos, vitaminas, estimulantes difíciles de conocer y menos medir en sus consecuencias sobre el organismo. También existe la oferta amplia de alimentos: en apariencia en nuestras ciudades la comida parece no faltar. Pero, ¿qué decir de su calidad, de su frescura, del real aporte nutricional?

Y asimismo, cada vez más hombres perciben el hecho de haber dejado de saber instintivamente qué les conviene comer. Entonces surgen multitud de dietas: con proteínas, o totalmente libres de ellas, sólo de frutas, o bien de alimentos crudos, etc., etc. En la mayoría de los casos pueden sostenerla por poco tiempo, pronto se transgrede, se es incapaz de formar nuevos hábitos. En otros se apega al cambio de manera rutinaria, siguiendo el consejo del profesional, por acatamiento más que por convencimiento.

Y en el trasfondo de estos hechos emergen los misterios de la alimentación humana: ¿Por qué es imposible engordar al hombre tal como se hace con el animal? ¿Por qué hay obesidad aún en ayuno total? ¿Por qué hay un número cada vez mayor de trastornos de alimentación, con problemas graves de salud: obesidad extrema en países de alto desarrollo tecnológico; delgadez también extrema de las jóvenes anoréxicas, bulimia y anorexia, el abdomen prominente del síndrome metabólico?

En este caos aparente se están dando los primeros pasos hacia una alimentación consciente y racional.


ASPECTOS A CONSIDERAR:

  • LA IMAGEN CUATERNARIA DEL SER HUMANO
  • GRADOS DE CONTACTO CON EL ALIMENTO
  • EFECTOS ANÍMICO-ESPIRITUALES
  • RELACIÓN CON EL COSMOS

La imagen del ser humano brinda una guía de los pasos a considerar en toda alimentación que quiera hacerse consciente. Lo esencial es: primero señalar los diferentes grados de contacto con el alimento, desde los más conscientes a los más inconscientes; segundo, saber qué efectos interiores se quieren lograr a través de la alimentación: ¿más fuerza? ¿menos peso, más actividad pensante? ¿más voluntad, más alerta? ¿más sueño?; tercero, poner en contexto amplio los asuntos de nutrición: si el hombre debe comer por vivir en la Tierra, también ha de hacerse a través del alimento, ciudadano del cosmos.


GRADOS DE CONTACTO

Contacto inmaterial “espiritual” con el alimento: podemos llamarlo el momento de la gratitud, de plena conciencia de la necesidad de alimentarnos, y al hacerlo, éste nos es permitido. Se inicia con la elección, la preparación y presentación en la mesa.

Contacto sensorial “anímico”: aquí el alimento es degustado aún por los sentidos externos: aroma, colores, combinación .Es un momento de conciencia sensible, que es fundamental en la nutrición, tanto como los siguientes que son más materiales. Si se sabe aprovechar este paso, y si antes se ha agradecido, con seguridad se comerá menos cantidad luego; en general, es un hecho de que comemos más de lo que necesitamos. A la vez, es indispensable una hermosa mesa y la dedicación de lo preparado para despertar interés orgánico en el alimento, especialmente en debilitados o inapetentes.

Contacto “vital”: se inicia en la boca. Ahí se combinan el sentido del gusto con los datos que le acerca el olfato. La masticación es mucho más que triturar y disolver la comida: es un ejercicio de estímulo de la voluntad consciente; además es el mejor estímulo de la secreción de jugos digestivos. Una buena masticación significa que el alimento “ingresa” a través de ese trabajo consciente.

El contacto vital depende también de cuán vivo y fresco es el alimento; cómo ha sido formado, ¿viene de lejos? ¿corresponde a otra estación del año? ¿Dónde se elaboró? ¿en la fábrica, en casa, con electricidad, con leña?, etc. Cuanto más fresco e íntegro sea, cuanto más afín al propio lugar y a la estación, más concordancia tendrá con la fuerza que el hombre gane al enfrentarlo.

Contacto físico: si consideramos los alimentos como sustancia plena de información, en este paso significa que es quitada toda información: la sustancia debe ser “matada” en cierto sentido; llevada a un punto cero, para que luego pueda construirse sustancia humana. Nada sabemos de estas transformaciones que ocurren lejos, lejos de la conciencia, en las profundidades orgánicas. Lo que sí podemos es hacer los tres primeros pasos a sabiendas que son aquellos sobre los que podemos influir.


EFECTOS SOBRE CUERPO, ALMA, ESPÍRITU

Efecto sobre toda la organización humana: aquí la cuestión es: ¿todo es digerir y comer sano?; nos preguntamos ¿qué efectos tiene aquello que comemos en nuestro mundo de pensamientos?; ¿nos dejan pensar con criterio propio? ¿o los pensamientos van como un perrito detrás de los estímulos de los sentidos?; ¿estamos ocupados sólo en digerir?; ¿quedan fuerzas libres a disposición del alma?, ¿o todo es comer, digerir, saborear y dormir?; ¿estimulan nuestra voluntad?, ¿o la dejan atada al proceso digestivo?; ¿puedo comer para llegar a una clara conciencia, tanto como al sueño reparador? Más adelante veremos cómo esta vida interior, – pensar, sentir, querer -, es cualitativamente estimulada por diferentes alimentos.


LA IMAGEN CUATERNARIA DEL HOMBRE EN EL CUENTO. NUTRICIÓN Y YO

En los cuentos infantiles encontramos encerrados profundos misterios espirituales en forma de imágenes. Ya dimos ejemplos de aspectos enigmáticos de la alimentación humana. Veamos cómo en Caperucita Roja se presentan imaginativamente los miembros invisibles que componen al ser humano: cuerpo físico, cuerpo etéreo, cuerpo astral y Yo.

En él se nos cuenta que la abuela yace lejos, en su casa. La casa es siempre una alusión al cuerpo físico como morada del hombre espiritual; y la fuerza antigua y plena de sabiduría que lo ha construido es hecha imagen en la anciana cubierta con su cofia blanca, siendo el blanco imagen anímica de la luz del espíritu. El cuerpo físico por ser el más antiguo es también el que ha pasado por más escalones de perfeccionamiento… y yace esperando ser alimentado. También se cuenta que para llegar a la abuela – a la sabiduría ancestral del cuerpo – hay que recorrer un largo camino, y que además ella necesita ser nutrida siempre de nuevo. Por existir en la tierra y tener un cuerpo material debe renovar su sustancia física.

El alimento es preparado por la madre, mujer más joven, que encarna al cuerpo vital o etérico, generador de vida, que tiene capacidad reproductiva, y a la vez la encargada de acercar alimento elaborado, nutritivo y a la vez, curador.

La protagonista es una niña que lleva su cabeza cubierta con el rojo, el símbolo de la sangre, la herramienta de la vida del Yo humano. Inicia el viaje con inocencia y una misión encomendada: aquí aparece el largo camino que cabe al Yo naciente, y a la vez la tarea, el trabajo que le es encomendado en la Tierra. ¿Qué encuentra al ponerse en marcha?: el mundo exterior y la posibilidad de desviarse de la meta.

Lejos del hogar, de la patria de origen que es la vida espiritual, en la oscuridad del bosque hay otra vida, ahora animada e incorporando la astucia, el engaño y la voracidad: es el animal, el lobo. Es el tentador que distrae y “le abre los ojos” a la niña para la belleza del mundo representada en el perfume y los colores de las flores.

Para habérselas con el lobo se necesita al cazador: él tiene los sentidos despiertos para reconocer la proximidad de la bestia que devora; él tiene, además, el coraje y la fuerza de enfrentarla; y además tiene la herramienta, el cuchillo, un arma con filo; siempre que se alude a lo filoso, sea una espada, sea un cuchillo, se alude a las fuerzas del pensar en el alma humana. Estas fuerzas están vinculadas a la actividad de la muerte: llevando la muerte dentro de sí al hombre se le hace posible desarrollar conciencia en la vida terrenal. En la tierra es donde existe lo pasajero, lo que perece; el espíritu, en cambio, es eternidad. El sentido de la muerte para el hombre radica en la conciencia y nacimiento de la vida en pensamientos. En el proceso nutritivo, el Yo obra como un cuchillo inconscientemente en el metabolismo, lejos, lejos de la conciencia. Y el objeto de esa actividad, es “cortar” del alimento toda su cualidad extraña. Cortar esa materia llena de información que es la sustancia alimenticia, para que el Yo pueda luego transformarla en “sustancia del hombre”. El cazador es capaz de enfrentar con coraje al lobo, y es quien puede devolver a nueva vida las fuerzas niñas e inocentes del yo, pero ahora muy cerca de la sabiduría del templo del cuerpo.

En esa polaridad entre cuerpo y espíritu, uno anciano, otro niño, entre la necesidad de alimento de uno, el camino y los peligros que esperan al otro, el coraje, el combate y la muerte transformadora, se plasma en imágenes algo afín a los misterios de la alimentación humana.


ALIMENTO VEGETAL , ANIMAL, MINERAL :¿qué fuerzas estimulan en el ser humano?

El alimento animal está constituido por la sustancia proteica: esta es un material plástico, vivo, en el que se imprime la naturaleza o astralidad del animal del que proviene. Se encuentra fundamentalmente en carnes, huevos, lácteos, queso. En los vegetales está presente en las leguminosas: porotos, lentejas, garbanzos, habas, etc. El ser humano también está construido de sustancia proteica individual: por lo tanto, al ingresar una proteína extraña a su organismo debe quitarle esa estructura, esa información. En caso contrario, tendría graves consecuencias: desde alergias a reacciones generales graves, que pueden provocarle la muerte. Es un verdadero combate entre proteína y proteína que se libra en el organismo. Y a través del mismo, el hombre ve estimuladas las fuerzas que corresponden a su voluntad, en el aspecto que la liga a la tierra. Pues el animal es el ser que se inclina hacia la Tierra: al comer alimento animal se desarrollan fuerzas de voluntad ligadas a la actividad del hombre en la tierra. Cerca de estas fuerzas se hallan también las de los instintos y lo pasional, la belicosidad, por ejemplo.

Según sea el origen de la proteína, la cualidad que estimula será diferente. Así, en la leche la proteína se ha formado a nivel de la zona torácica, en la región orgánica en la que también hay intercambio de aire con el afuera; algo esencial en la leche es que, si bien sólo existe en la Tierra, es ”sustancia para el afuera”: siempre tiene ese carácter de “intercambio”, de ser formada para ir hacia afuera, para nutrir a otro ser. Su proteína es más suave y de efecto más “social” que la carne roja, cuyo hierro siempre queda dentro del que la ingiere; es decir la carne fortalece al ego, al hombre sangre y músculo, más ligado al instinto y la pasión . El hombre social en la tierra, el hombre que intercambia con otros, se nutre y fortalece con ayuda de leche y sus derivados. Podría decirse que es el hombre que mira hacia el horizonte, y ahí encuentra a otros hombres en su mismo nivel. El que come carne más bien mira hacia abajo, hacia la tierra, y hacia sí mismo; como el campesino que trabaja rudamente en la tierra. Es bastante fácil de percibir cómo la ingesta de carne nos da «cierto peso», nos hace más terrenales. Por eso es ideal en ciertas etapas de la vida en que se busca lograr esa llegada a la tierra, o en aquellos anémicos, friolentos, de poca sangre…

¿Y qué ocurre cuando comemos plantas?: la planta es el ser que vive fundamentalmente del aire que la rodea, que se dirige hacia la luz, que quiere alejarse de la tierra. Lo esencial de una planta es ese intercambio que hace con la atmósfera. En los granos dorados del cereal se hace visible que la planta viene de la luz, del calor que el sol envía hacia la tierra. Toma el carbono del aire y con la luz y el agua lo hidrata, construye su sustancia, y libera el oxígeno vital y bienhechor para la vida humana superior. Y el hombre, al comer plantas, debe poner en juego también las fuerzas de su respiración, las fuerzas del ritmo respiratorio: cuando se comen plantas, el hombre exhala!!; exhala carbono, así como la planta ha exhalado oxígeno. ¡El hombre actúa en sus ritmos al comer vegetales! Quiere decir que el hombre digiere plantas no sólo con sus fuerzas metabólicas, sino que pone en juego sus fuerzas del ritmo, de la respiración; ¡y con éstas no se confina en su interior como con la carne, sino que entra y sale de su organización! Le queda un plus de fuerzas que ahora, más libres, él puede utilizar en el alma . Y debe utilizarlas. Por ejemplo, a través de una disciplina espiritual; pues de lo contrario, se convertiría en un iluso, alejado de la realidad y de los compromisos que sólo en la tierra pueden ser cumplidos.

¿Y qué ocurre con las piedras, es decir con la sal en sentido amplio? La sal, como sustancia sin vida, próxima a la muerte, estimula aquella parte del hombre que también está en situación “casi” privada de vida: es el área de los sentidos y de la actividad cerebral. Esa condición limítrofe con la muerte hace posible que el hombre sea un ser consciente, autoconsciente y pensante. La sal, o todo aquello que es mineral, estimula las fuerzas pensantes del hombre, que sólo pueden existir donde algo muere, donde la sustancia debe cesar en su actividad viviente para ceder su lugar a la actividad del espíritu pensante. Así como en lo físico el hombre es una entidad apartada de lo demás, la sal es la sustancia que se aparta. La sal estimula el pensamiento común ligado a los sentidos físicos, a la vida diurna. Pensar también puede aplicarse a lo no sensible, es decir a la vida espiritual


RELACION CON EL COSMOS:

Este es quizás el aspecto menos considerado al hablar de alimentación. El interés se centra en qué comer y si hace bien o mal. Pero, ¿qué decir del ambiente en el que nos coloca como seres humanos activos?, ¿qué decir del ambiente en que me coloco por tomar este o aquél alimento? ¿Vivo y aprovecho el paso por la Tierra para aprender y trabajar?; ¿puedo también participar de la vida que el sol llama cada día, iluminada, amorosa, interesada por todo lo que vive?, ¿puedo abrirme a los misterios de la noche? Aquí el hombre tiene hoy posibilidades de investigar los efectos de la nutrición en estas tres direcciones. Y hacer con conocimiento lo que antes se le daba como sabiduría más bien instintiva.

ALIMENTO ANIMAL TIENE SU CONTEXTO EN LA TIERRA. FORTALECE LA VOLUNTAD EN TIERRA

ALIMENTO VEGETAL TIENE SU CONTEXTO EN EL SISTEMA SOLAR. FORTALECE LA VOLUNTAD EN EL SENTIR

ALIMENTO SALINO TIENE SU CONTEXTO EN EL CIELO ESTRELLADO. FORTALECE LA VOLUNTAD EN EL PENSAR.