Aportes a la comprensión, prevención y tratamiento de la pandemia por Coronavirus

Doctora Marta Miguel

Cuando una enfermedad aparece en forma epidémica es absolutamente necesario diferenciar las causas primarias de las secundarias.

Las causas primarias se refieren a los seres humanos y a su ambiente. El hombre no sólo vive en diferentes lugares de la TIERRA, sino que recibe influencias desde afuera de ella: la más obvia es la del SOL y su sistema sobre ella: condiciones atmosféricas, viento, clima, estaciones del año.

Ahora podemos imaginar que en invierno se produzca alguna influencia en una parte del sistema solar sobre la misma actividad del SOL. Esto repercutirá en la TIERRA. Aquellas personas predispuestas dejarán entrar estas influencias y enfermarán. Mientras que otras personas fuertes por naturaleza e interiormente, no se dejarán influir por el daño, es decir podrán tener la infección sin desarrollar enfermedad.

Entonces, podemos buscar en estos factores que influyen desde fuera de la tierra un aspecto de las causas primarias. Sus efectos se reflejan en tres aspectos o cualidades de esta pandemia: la rapidez de propagación, la amplificación que la ha hecho global, y el curso dramático de la enfermedad misma como una verdadera lucha o guerra en el interior del organismo que puede llevar a la muerte.

Quiénes son las personas predispuestas. Son aquellas que tienen algo irregular en la parte superior del organismo, en la cabeza y en el tórax. Es decir en el sistema nervioso y en el órgano más cercano a él que es el pulmón (recordemos que el centro respiratorio está en la cabeza). Esas irregularidades tienen efectos sobre el ritmo día – noche y respiratorio. Se expresan en trastornos pulmonares tanto como en la tensión nerviosa y social, en el insomnio, en agotamiento o cansancio debido a fuerte exigencia de los sentidos (ej. pantallas).
Además es una condición de la época la falta cada vez mayor de capacidad que tenemos para enfrentarnos con desafíos del entorno. Esta es una postura global que prefiere “aliviar” al organismo en lugar de “cargarlo” con el ejercicio de confrontar.

Por qué hoy enferman adultos mayores y ancianos, por qué no enferman los niños. Hay que tener en cuenta que en la infancia la actividad de la cabeza y el tórax consiste en fuerzas de crecimiento altamente inteligentes, aunque el niño aún no piense. Cuando esas fuerzas de formación terminan, cuando los órganos y parte del crecimiento están hechos, esas fuerzas inteligentes del cuerpo se transforman en capacidades interiores: memoria, posibilidad de aprender. A medida que la edad avanza, en el otro extremo de la vida, el cuerpo poco a poco es deshabitado por estas fuerzas. No hay más trabajo que hacer. La memoria se debilita, la capacidad respiratoria disminuye. Esto es otro factor de predisposición.

Entonces cuando el virus entra, el organismo busca afirmar su soberanía interior. Aumenta la
temperatura corporal, (no es otro el sentido de la fiebre) para así “cocinar” al germen. Así es entonces natural que este proceso de calor sea débil en los ancianos.

Ahora podemos enfocar la causa secundaria, el germen, en este caso el coronavirus. Culpar en las infecciones a los microorganismos es el error de una mirada superficial. Ningún germen prolifera si no tiene un terreno propicio en el organismo.

Qué es un virus. Básicamente un ser con material genético, mínima vida y mucha información. Está emparentado por eso con el núcleo celular, con la memoria y la herencia. Los virus tienen apetito por la parte superior del organismo humano de la que ya hablamos. Provocan meningitis, encefalitis, neumonía, bronconeumonías.

¿Qué podemos hacer? Hay tratamiento preventivo? Hay tratamiento para la enfermedad misma?

La medicina antroposófica conmemora en el 2020 sus 100 años de actividad. Desde el inicio cuenta con una terapia preventiva para la enfermedad de la gripe, neumonía y la bronconeumonía (independientemente que estas sean causadas por virus, bacterias u hongos). El tratamiento apunta a las causas primarias de un modo racional, no por camino empírico (ensayos, experimentos). Busca fortalecer la parte superior del organismo. Utiliza sustancias lumínicas emparentadas con el sistema nervioso como el fósforo o con fuerte vínculo con la función respiratoria como es el caso del hierro. Con ellos se elaboran
preparados especiales.

También en el reino vegetal utiliza plantas afines con el sistema nervioso o con el proceso respiratorio.

Se sobreentiende que estas terapias deben ser indicadas por médicos capacitados a pacientes individuales.

Para la gran mayoría de personas que desconoce la medicina antroposófica o no tiene la posibilidad de contacto con profesionales certificados, se puede aconsejar algo más a modo de prevención y protección: los productos de la colmena, la corteza de árboles como el roble, las hojas aromáticas como el eucalipto.

Desde antiguo se conocen como antibióticos y antiinflamatorios o estimulantes del sistema hormonal. Estimulan además el organismo de calor.

Por último reconocemos en toda su profundidad que el curso tan serio de esta pandemia puede necesitar el “salvavidas” de un respirador. Este es un valiosísimo auxilio, una maravilla que la técnica ha puesto al servicio de la medicina. Es indispensable en circunstancias dramáticas para la mecánica respiratoria y el intercambio de gases.

Desde la medicina antroposófica queremos sumar ampliando, y aportar una terapéutica racional orientada a las causas primarias, con recursos de los reinos de la naturaleza y al servicio del ser humano.